Esta poderosa escultura de madera es obra del mismo Rudolf Steiner asistido por la escultora inglesa Edith Maryon, en la foto.
Su nombre original, tal como lo llamó Rudolf Steiner, es "El Representante del Hombre con Ahriman y Lucifer". Sin embargo, aceptó luego la interpretación de que la figura central representaba al Cristo, a quien se lo ve manteniendo en equilibrio a Lucifer, como el Tentador, cuya meta es convencernos que nosostros mismos somos dioses; y a Ahriman, como Satanás, que busca persuadirnos de que somos creaciones mecánicas, hechas solamente de materia.
Es imposoble resumir en pocas palabras la razón filosófica que subyace en las ideas de Steiner, pero podría decirse que Lucifer haría que todos aceptáramos el espiritualismo, la doctrina de que nada es real excepto el alma y el espíritu y que Ahriman representa el materialismo, aquello que sostiene que nada es real excepto la materia y que los fenómenos anímico-espirituales son sólo emanaciones que surgen de ella. Dicho de otra manera: Lucifer nos lleva dentro de un mundo donde rige el sentimiento, mientras que Ahriman nos haría creer que sólo debe prevalecer la razón.
Erigiéndose a una altura de unos nueve metros y medio, esta gigantesca obra de arte debía haberse colocado en la alcoba formada por las dos columnas ubicadas en la parte posterior del escenario de la cúpula inferior del primer Goetheanum; sin embargo, esto nunca sucedió; de hecho, nunca se terminó.
Cuando se quemó el primer Goetheanum, la noche de Año Nuevo de 1922 a 1923, aún se encontraba inconclusa, en un taller de carpintería que servía de estudio para Rudolf Steiner. Así es como escapó del fuego que, como consecuencia de un incendio premeditado, redujo a cenizas lo que fuera una vez un espléndido edificio: el Goetheanum.
La estatua se encuentra actualmente en una habitación del segundo Goetheanum, diseñada especialmente para albergarla.
Extraído del libro de Gilbert Childs
Rudolf Steiner. Vida y Obra. Una biografía ilustrada.
Editorial Antroposófica